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Plantas de mi vida

Abonos naturales

Aunque los fertilizantes artificiales son los más utilizados por su bajo coste y comodidad, aportan muchos menos beneficios al suelo que los naturales, debido a su alto componente químico. El más común de los abonos naturales es el compost, derivado de excrementos de animales o residuos putrefactos. Para el huerto, es esencial añadir una buena cantidad de nutrientes al terreno, sobre todo, minerales.

Tradicionalmente los campesinos utilizaban el estiércol en vez de los desechos vegetales. Actualmente lo más común es mezclarlos: por cada tres fracciones de vegetal, una de animal. Otra opción es valerse de plantas, que esparcidas por el suelo se pudren y son una excelente fuente de alimento para la superficie.

¿Cómo lo elaboro?
Es muy sencillo de conseguir, basta con recurrir a restos que encontremos (hojas o frutos caídos, comida, basura orgánica...) y apilarlos agregándoles serrín para que empape la humedad y contrarreste el mal olor.

Es aconsejable removerlos a menudo para que se ventilen y la descomposición sea más rápida, ya que suele prolongarse un mes. Contamos con diferentes métodos de aceleración, por ejemplo, incorporar nitrógeno. La mezcla resultante la pasamos por una criba y así obtenemos el abono. Los restos que queden los dejaremos corromperse durante más tiempo.

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